ASTARSA para algunos tiene sonidos, olores, caras, para otros es la representación de sus propias alegrías y pérdidas, para otros se vincula más fuertemente con sus sueños. Para todos nosotros ha sido un desafío. El astillero concentra en su experiencia muchas claves del sentido de la existencia y la acción de nuestro colectivo.
Esto explica por qué, cuando a fines de 2007 se conoció que en el predio donde funcionó ASTARSA se construiría un barrio náutico cerrado, sentimos la urgencia de reorganizar nuestra lucha. Ese sentimiento surgía de una convicción: ése es un sitio de memoria del Terrorismo de Estado, pero más aún, de la vitalidad de una experiencia humana de lucha que nos trasciende a todos, puente entre pasado y futuro, legado que deberá llegar a los que vendrán cuando ya no quede quien pueda contar la historia.
Nos sentimos impulsados a un pensar-hacer nuevo, creativo, productivo, radicalmente político. Y nos dispusimos a leer la historia y la realidad presente en la que nos sentíamos llamados a intervenir. Reconocimos que tanto el país como ASTARSA, constituyen territorios que han sido sucesivamente espacio de producción – campo de concentración - cementerio industrial – barrio cerrado.
Si ayer los compañeros navales supieron hacer frente a la patronal, la burocracia sindical y la dictadura genocida, hoy debíamos defender el interés general frente a los privilegios de los que más tienen, el espacio público frente a la propiedad privada, la memoria y el Estado -sostenido en las leyes como herramientas regulatorias del lazo social- frente al poder económico.
Esto nos lanzó a pensar una propuesta, porque seguimos resignificando aquel pasado, reconociendo su impronta en nuestra praxis, desde un espacio de producción, encuentro de capacidades y solidaridades.
Cuando frente a la muerte reiterada de obreros, los trabajadores tomaron el astillero en 1973, su bandera proclamaba Queremos un astillero y no un matadero. Con ese espíritu, pensamos que aquella bandera que hemos hecho nuestra, hoy debería decir queremos un espacio público con las huellas de su historia y no una zona de privilegio cuyos dueños sean los dueños de todas las otras cosas.
Por ello, la Comisión por la Memoria, la Verdad y la Justicia Zona Norte, elaboró una propuesta para el rescate del valor histórico y social del predio, que fue presentada en septiembre del 2008 a la Municipalidad de Tigre. Siete meses han transcurrido desde entonces, y aún no tenemos respuesta.
Queremos compartir con uds los aspectos esenciales de nuestro proyecto donde pretendemos que el predio sea destinado a:
La Memoria de las víctimas del Terrorismo de Estado.
Paseo público costero.
Complejo cultural, museo, escuela de artes y oficios, vinculados a la industria (motonáutica, madera, cestería y otras) y un área para emprendimientos productivos.
A los efectos de plasmar este proyecto, propusimos:
Reservar la anguilera y la franja pública de la ribera como paseo recreativo (a semejanza de los implementados por los restantes Municipios de la Región Metropolitana Norte), que a su vez pueda reconocerse como espacio de la memoria.
Utilizar el acceso de la calle Solís y la calle interna que, pasando por la administración llega hasta la anguilera, como principal vía pública para ingresar al paseo ribereño (acceso que históricamente utilizaron los trabajadores).
Destinar el edificio de administración y los galpones ferroviarios (edificaciones que aún quedan en pie) a actividades educativas, culturales y a la promoción de emprendimientos productivos.
Cada una de las ideas aquí expresadas, son posibles de materializar y están sostenidas en legislación vigente, como la que dice que la ribera es pública y ningún propietario puede hacer en ese espacio ninguna construcción, ni reparar las antiguas que existen, ni deteriorar el terreno en manera alguna (código civil),o la ley provincial de tiempos de la dictadura que plantea que “Por ninguna razón podrá modificarse el destino de las áreas verdes y libres públicas, pues constituyen bienes del dominio público del Estado, ni desafectarse para su transferencia a entidades o personas privadas”. Las construcciones del antiguo astillero que aún están en pie, deberían ser ponderadas según su valor histórico y consideradas a la luz de la Ley de Patrimonio Cultural Estos son solo algunos de los fundamentos en que hemos sostenido lo solicitado.
Hasta aquí les hemos contado algo de lo que estuvimos haciendo. Ahora les queremos pedir que nos acompañen en otra empresa.
El 2009 es un año clave para las víctimas, los familiares y todos los que se sientan convocados por el llamado vital de la lucha por la vigencia de los derechos humanos. Este es un año en que debemos redoblar los esfuerzos por el juicio y castigo a los responsables del genocidio perpetrado en el país. No sólo se trata de exigir que se aplique la ley, sino de participar activamente en la realización de los juicios. Es preciso que podamos presentarnos como querellantes, acusando a los responsables de tanto crimen. Es preciso que nos movilicemos y participemos con nuestra presencia en las audiencias de los juicios orales, para que los jueces y la sociedad toda sepa cuánto nos importa que se haga justicia, es preciso que presionemos a los poderes del estado para que permitan la aceleración de los juicios, contando con todos los medios para hacer justicia.
Es preciso entonces, nuestro firme compromiso para luchar contra la impunidad, con la mas poderosa herramienta que tenemos: la participación.
Compromiso y participación: nuestros ausentes-presentes, nuestros hijos apropiados, nuestros compañeros sobrevivientes nos lo exigen, pero fundamentalmente no los exige el futuro y ese mundo que queremos construir.
Comisión Memoria Verdad Justicia de zona norte. 24 de marzo 2009